Anclarse a sí mismo hacia el éxito y la realización
A ciertas personas se les pone la piel de gallina cada vez que ven la bandera de su país. Si se analiza bien, es una reacción bastante extraña. Al fin y al cabo, una bandera no es más que un trozo de tela con un motivo decorativo de colores. Nada hay en ella que sea inherentemente mágico. La bandera, como otras muchas cosas que nos rodean, es un ANCLA, un estímulo sensorial unido a un conjunto determinado de estados. Un anclaje puede ser una palabra, una frase, un contacto o un objeto. Las anclajes son muy potentes porque dan acceso instantáneo a estados de gran fuerza, emoción y sensación.
El anclaje es un modo de asegurar la permanencia de una experiencia determinada. Podemos cambiar nuestras representaciones internas o nuestra fisiología en un momento para generar nuevos resultados, y esos cambios requieren un pensamiento consciente. Por medio del anclaje, se crea un mecanismo de funcionamiento seguro, que se dispara automáticamente para CREAR el estado que uno desee en cualquier situación, sin necesidad de pensarlo. Cuando algo está anclado con eficacia suficiente, lo tiene a mano siempre que lo necesite, y nos garantiza el acceso constante a los mejores recursos para encontrar aquello que necesitamos.
¿ Cómo crear un anclaje en sí mismo o en otros de manera consciente? Consta básicamente de dos fases sencillas. En primer lugar, debe ponerse uno mismo o la persona en cuestión, en el estado preciso que se desea anclar. Conseguido esto, hay que suministrar repetidas veces un estímulo específico, exclusivo, mientras el sujeto pasa por el momento culminante de dicho estado. Vamos a poner un ejemplo: Cuando alguien se ríe, se encuentra en un estado específico y congruente; todo su organismo interviene en ese momento. Mientras se halla en el mismo, otra persona podría pellizcarle la oreja y acompañar dicha acción con un cierto sonido reiterado varias veces; más tarde conseguirá hacerle reír siempre que le proporcione el mismo estímulo. Esto mismo que he explicado se puede aplicar para anclajes en los que se persigue un valor u objetivo determinados.
A continuación, voy a exponer cuatro claves para lograr un anclaje cualitativo en nosotros:
A) Para que el anclaje sea eficaz, la persona debe hallarse en un estado totalmente asociado y congruente, con intervención de todo su organismo en el momento que se le suministra el estímulo. La persona debe encontrarse en un «estado intenso» e inmerso totalmente en el proceso, de lo contrario, el estímulo quedará asociado a varias señales diferentes y no será tan poderoso.
B) Se debe suministrar el estímulo en el momento culminante de la experiencia. Si se anticipa o se retrasa la intervención, ésta no se ejercerá con plena intensidad.
C) El estímulo elegido debe ser exclusivo, es decir, debe enviar al cerebro una señal diferenciada en inconfundible. Los mejores anclajes son los que combinan varios sistemas de representación (visual, auditivo, cenestésico).
D) Para que el anclaje funcione debe imitarse de manera exacta.
Por tanto, el ingrediente clave del éxito de este recurso, consiste en poseer la capacidad de eliminar del entorno, aquellos factores desencadenantes que tienden a suscitar en nosotros estados desagradables o de desvalimiento, para instaurar en nosotros estados positivos que nos ayuden a solventar los obstáculos que se nos presenten.
Acabo con una cita anónima, que refleja la importancia del anclaje como método instaurador de nuevos paradigmas y modelos de actuación: » Si haces lo que has hecho siempre, no llegarás más lejos de lo que siempre has llegado»
Un fuerte abrazo a mis amigos lectores, y ¡¡hasta el próximo post!!
😉
Bibliografía utilizada:
ROBBINS, A. (2010) Poder Sin Límites. Barcelona; Debolsillo.
Jim Rohn Speeches